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domingo, 25 de diciembre de 2011
Feliz cumpleaños TIL
Feliz cumpleaños a nuestra TIL, que aunque sea con un día de retraso, y pido disculpas por ello, la quiero felicitar de nuevo como me es costumbre en este blog.
Por eso os pido que mientras leáis esto, pongais el video musical de arriba.
De ese modo os podéis imaginar a nuestra Til pensando en sus amigos del Chat y bailando como la Reina de la noche...Nunca viene mal una fiestuki o una noche de recuerdos juveniles...
Pero sobre todo, esta felicitación es para darle las gracias por lo que hace cada día por todos nosotros,porque está siempre que la necesitamos, esperando en "Sociedad", con la mano sobre el teclado y la pantalla iluminada, leyendo nuestras historias, nuestras penas y alegrías.
Por todo ello y más...
Para tí, amiga, que llena nuestros corazones cada día a través de Sociedad.
viernes, 23 de diciembre de 2011
sábado, 17 de diciembre de 2011
viernes, 16 de diciembre de 2011
Perdóname
Ya dejo de daros la brasa, solo espero que disfruteis esta maravilla de canción.
Un besazo pa mi gente de soci y aprovecho para desearos FELICES FIESTAS.
RiZoS.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Felicitación Navideña con Corazón
Y
PRÓSPERO AÑO NUEVO
OS DESEO CON TODO CORAZÓN
A CADA UNO DE VOSOTROS.
ESPERO QUE ESTE AÑO 2012 QUE LLEGA DE FORMA INEXORABLE SEA EL AÑO DEL ENCUENTRO ENTRE NOSOTROS. Y NO ME DA MIEDO DECIRLO EN VOZ ALTA O POR DÓNDE SEA , PORQUE SE VA A CUMPLIR...
Todo los demás que puedo desearos es MUCHO DE SALUD, ÁNIMO, CORAJE Y FUERZA para afrontar todo lo que nos espera, lo bueno y lo malo, pero lo malo sobre todo.
sábado, 3 de diciembre de 2011
El SIDA 30 años con nosotros
El sida es una enfermedad infecciosa producida por un virus, denominado VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) que pertenece a la familia de los retrovirus, un grupo caracterizado por su pequeño tamaño y por poseer únicamente ARN en su material genético.
Los primeros casos se describieron entre la comunidad homosexual de San Francisco (Estados Unidos) a principios de los años 80 cuando se observaron varios casos de pacientes aquejados de un tipo de neumonía muy rara hasta esos momentos.
La enfermedad que desarrollaban estos sujetos era típica de pacientes inmunodeprimidos, es decir con sus defensas muy bajas, algo que hasta entonces sólo se veía en pacientes con cáncer y otras patologías muy graves. ¿Por qué entonces había una verdadera epidemia entre jóvenes homosexuales aparentemente sanos?
Comenzó en aquel momento una búsqueda desenfrenada por identificar al causante de este destrozo en los sistemas de defensa contra las infecciones de estos pacientes. Sin entrar por el momento en mucho detalle sobre esta búsqueda, acabó identificándose a un virus como el responsable del cuadro.
Este microorganismo, denominado desde entonces VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) era un agente nuevo que parecía haber surgido en las selvas del África tropical. Los científicos descubrieron que, en realidad, se trataba de un virus típico de algunas especies de monos, a los que no les producía la muerte, pero que se había adaptado a sobrevivir dentro de los seres humanos en los que sí desencadenaba una enfermedad mortal que se denominó Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
La enfermedad produce una alteración en el sistema inmune del paciente, un proceso que se adquiere a través de una infección, lo que lo diferencia de otras inmunodeficiencias conocidas hasta entonces y que son de origen congénito, es decir, que se heredan y trasmiten de padres a hijos.
Quizás el hecho de que afecte generalmente a gente joven (dado que se transmite habitualmente por vía sexual), y a grandes celebridades del mundo del espectáculo y de las artes en sus primeras épocas, hizo que el esfuerzo realizado en investigación se viese facilitado en sus inicios por la presión de grupos muy influyentes en los países civilizados, como las comunidades de homosexuales, artistas e intelectuales. Esta presión de la opinión pública ha sido clave para la inversión de recursos económicos y la consecución de espectaculares avances en el conocimiento y manejo de esta enfermedad.
La enfermedad
La infección de un ser humano por el VIH pone en marcha un proceso de destrucción de todo el sistema de defensas del individuo que, si no se trata, acaba matándole. Esta destrucción de las defensas del paciente es lenta -tarda meses o años -, pero inexorable.
Es entonces cuando la persona infectada empieza a mostrar síntomas de estar enfermo. Al principio, son infecciones sin importancia y otros problemas menores como alteraciones en la piel. Sin embargo, a medida que avanza la enfermedad el virus se multiplica sin cesar dentro del sujeto y destruye cada vez un número mayor de CD4 o linfocitos de defensa hasta aniquilarlos casi totalmente.El infectado tiene mayor facilidad que un sujeto sano para desarrollar tumores malignos. El sida progresa a partir de entonces a gran velocidad y aparecen de forma sucesiva y simultánea distintas infecciones y tumores que acaban por consumir y matar al enfermo.
¿Cómo he podido contagiarme?
El virus del sida está presente en fluidos del paciente además de la sangre, tales como la saliva, el semen o las secreciones. Sólo cuando la concentración del virus es suficientemente elevada, como ocurre a veces con el semen o las secreciones vaginales, se produce la infección.
El problema del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es que raramente avisa cuando nos infecta. Esto quiere decir, ni más ni menos, que podemos ser contagiados sin percibir ningún síntoma que nos avise o, como mucho, sufrir un cuadro gripal, a veces leve como tantos otros que padecemos a lo largo del invierno. A partir de ahí, sin saberlo, estamos infectados con el virus del sida y podemos tardar meses o años en enterarnos.
Las formas de contagio pueden resumirse en las siguientes:
Contacto directo: sangre-sangre:
Es el caso de las transfusiones sanguíneas de pacientes infectados a sujetos sanos. Este tipo de contagio se produjo en la década de los 80 cuando todavía no se conocía bien la enfermedad y menos aún éramos capaces de detectar el virus en la sangre de los donantes. En la actualidad, toda la sangre que se usa en transfusiones y otros productos derivados como plaquetas, plasma o leucocitos, son analizados sistemáticamente y es imposible que transmitan la infección por VIH.
Esta vía sanguínea es la que también contagia el virus en el caso de los sujetos adictos a drogas por vía intravenosa. Es decir, aquellos que comparten jeringuillas para administrarse las drogas (fundamentalmente heroína y derivados). En la actualidad, este modo de contagio ha disminuido mucho gracias a las campañas de administración gratuita de jeringuillas y a las modas, que también influyen sobre los hábitos de consumo de estupefacientes. En la actualidad, la cocaína (inhalada o fumada), las drogas de diseño e incluso los derivados de la heroína (fumados en forma de 'chinos'), han dejado obsoleta la imagen del heroinómano enganchado a una jeringuilla.
Contacto de líquidos corporales con la sangre:
Como dijimos, el virus del sida está presente en fluidos del paciente además de la sangre, tales como la saliva, el semen o las secreciones. Sólo cuando la concentración del virus es suficientemente elevada, como ocurre a veces con el semen o las secreciones vaginales, se produce la infección.
Este contacto tiene lugar a través de pequeñas erosiones o heridas, incluso las que son diminutas y no apreciables a simple vista, que podamos tener en nuestros órganos sexuales -pene, vagina, región anal y rectal o bien en la boca-.
Por lo tanto, durante las relaciones sexuales con un sujeto infectado por el VIH, la existencia de heridas en la boca, la vagina, el pene o la zona anal y el recto pueden ser la puerta de entrada del virus. El preservativo o condón se ha convertido por el momento en la mejor arma para prevenir este tipo de transmisión.
El contagio por vía sexual es en estos momentos la primera causa de transmisión tanto en los países desarrollados como en el Tercer Mundo, donde la enfermedad ha adquirido tintes de epidemia apocalíptica.
La consecuencia está clara, todos somos población de riesgo, sobre todo si, como hemos dicho, un sujeto puede estar infectado y no saberlo durante largo tiempo. En este período se convierte en una importante fuente de transmisión si, por ignorancia, no toma precauciones.
Transmisión madre-hijo:
También denominada transmisión vertical, porque se produce durante el embarazo o gestación. Durante este período, la sangre de la madre infectada puede llegar a contactar con la del feto y transmitir el virus. Sin embargo, en general, la placenta actúa como un filtro eficaz y la mayoría de los contagios de este tipo se producen justo en el momento del parto. Es precisamente durante la fase expulsiva del mismo, es decir, cuando el recién nacido sale al exterior, en el momento en que existe un mayor riesgo de contacto de líquidos corporales, incluida la sangre, entre madre e hijo. En la actualidad, el tratamiento materno durante los meses previos al parto disminuye muchísimo el riesgo de contagio al recién nacido.
¿Qué debo hacer si sospecho que puedo haberme contagiado?
La respuesta es fácil: debe evitar la angustia de la incertidumbre y hacerse un sencillo análisis que confirmará o descartará la infección. El análisis empleado en la detección sistemática o 'screening' del sida está a su alcance a través de su médico de cabecera y los resultados no tardarán demasiado tiempo en estar a su disposición.
La serología del sida no hace más que buscar la presencia de anticuerpos específicos contra el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) en la sangre del sujeto. Cuando el resultado del primer análisis que se realiza en la consulta es positivo, se recurre siempre a un segundo análisis de confirmación del resultado. Es algo similar al contra-análisis que se realiza a los deportistas en caso de 'doping'. Este segundo test es más sensible y sofisticado que el primero y su positividad hace definitivo el diagnóstico de infección por el VIH. Una vez que se recibe este resultado es aconsejable que el paciente se ponga en contacto con un especialista para planificar los pasos a seguir a partir de ese momento.
A pesar de que el tratamiento y seguimiento de la infección VIH es todavía muy caro y sofisticado, nuestro sistema de salud garantiza un manejo acorde con las evidencias científicas más avanzadas de forma gratuita. Por eso, si es usted seropositivo no dude en contactar rápidamente con su médico. Los beneficios de un buen manejo de la enfermedad, incluso desde sus fases más tempranas, son incuestionables y está demostrado que el abandono y la táctica del avestruz, que intenta no asumir la realidad, conducen invariablemente a la muerte
Llega la enfermedad
A partir de ese momento, las patologías que el paciente desarrolla van en función del grado de deterioro de sus defensas. Inicialmente, aparecen lesiones cutáneas como dermatitis seborreica, inapetencia, pérdida de peso o diarrea. Incluso algunas infecciones que puedan estar dormidas o controladas por las defensas del paciente pueden reaparecer. Es el caso de la tuberculosis, una de las primeras infecciones que desarrollan muchos pacientes.
Si la enfermedad avanza porque el paciente no recibe tratamiento contra el virus, empiezan a aparecer las primeras infecciones: neumonías por agentes poco frecuentes, gastrointestinales que producen diarrea crónica y mayor pérdida de peso y, en general, un comportamiento mucho más agresivo de las infecciones más habituales entre la población general.
La muerte llega por una de estas infecciones o por la aparición de tumores, como el sarcoma de Kaposi o los linfomas, que también aparecen con mayor frecuencia en los sujetos que padecen sida. Otras veces, el cuadro que conduce a la muerte es una desnutrición extrema con pérdida de peso muy severa producida por la concurrencia de varias infecciones a la vez o por las del tubo digestivo, que producen diarreas severísimas imposibles de tratar.
No todo está perdido
Pero no se preocupe, si usted vive en España tendrá acceso a tratamiento gratuito y, como explicaremos más adelante, no le pasará nada de esto. Lo que acabamos de describir es lo que les ocurría a los sujetos con sida antes de que se descubrieran fármacos capaces de controlar el virus y lo que desgraciadamente les pasa a los pacientes de países pobres donde no existe acceso a esta medicación.
En estos momentos el sida puede controlarse con fármacos que han cambiado totalmente el curso de la enfermedad. Un sujeto infectado que recibe un tratamiento correcto es capaz de mantener sus defensas suficientemente sanas como para no presentar ninguno de los problemas e infecciones que acabamos de describir.
Otra cosa es que con los nuevos fármacos, los pacientes viven más y llegan a desarrollar otras enfermedades que no existían cuando morían por infecciones incontrolables.
¿Qué diferencia hay entre ser sero-positivo y tener el sida?
Cuando el virus entra en el organismo, nuestro sistema de defensas producen anticuerpos que atacan al virus, aunque sin éxito. Este tipo de anticuerpos que producimos contra el VIH son proteínas totalmente específicas es decir, sólo aparecen cuando en nuestra sangre existen virus de este tipo.
Los actuales métodos de laboratorio son capaces de medir la existencia de estos anticuerpos en la sangre de un paciente. El sistema por el que se hace este análisis fue desarrollado cuando se realizaron las primeras investigaciones sobre el sida (a finales de los años 80) y desde entonces disponemos de un método de laboratorio relativamente barato, sencillo y fiable para medir los anticuerpos anti-VIH en la sangre de cualquier sujeto.
Las personas cuya sangre nunca ha estado en contacto con el VIH no muestran estos anticuerpos en la sangre, es decir son seronegativos. Sin embargo, en el suero (una parte de la sangre que contiene las proteínas circulantes) de todos los infectados por el VIH sí es posible identificar estos anticuerpos.
Cuando el análisis del suero de un sujeto muestra la existencia de anticuerpos específicos contra el VIH se dice que esa persona es seropositiva. Esto quiere decir ni más ni menos que el individuo en cuestión ha estado en contacto con el virus del sida y, por tanto, está infectado.
Con el tiempo, todos estos pacientes seropositivos, si no reciben tratamiento, terminarán desarrollando síntomas que acabarán inexorablemente en la muerte. Cuando un sujeto infectado por el VIH presenta infecciones u otros problemas relacionados con el virus, se dice que tiene sida.
Por lo tanto, todos los pacientes con sida son seropositivos y todos los sujetos seropositivos, si no reciben tratamiento contra el VIH, acabarán desarrollando el sida.
¿Puede curarse el SIDA?
Depende un poco de a qué llamamos curar. Si quiere decir acabar con la enfermedad y no tener que volvernos a preocupar más por ella, puede decirse que el sida no se cura por el momento.
Una vez que hemos sido infectados, no existe ningún tipo de tratamiento que consiga eliminarlo de nuestro cuerpo o aniquilarlo por completo. Por tanto, los pacientes infectados deberán estar siempre pendientes de la enfermedad y sometidos a algún tipo de control o tratamiento.
Aunque pueda parecer descorazonador, el sida se está convirtiendo cada vez más en una enfermedad crónica, como la diabetes o la insuficiencia renal. En el fondo, es una buenísima noticia: hasta hace bien poco tener el sida era prácticamente una condena de muerte segura a la que sólo le faltaba la fecha de ejecución.
En estos momentos, existe todo un arsenal de fármacos a disposición de los especialistas para combatir al virus. Aunque ninguno de ellos, por sí solo o combinado, es capaz de destruir al virus. Eso sí, consiguen frenar dramáticamente su multiplicación y, por tanto, su capacidad de hacernos daño.
No todo es color de rosa
Aunque cada vez son menos graves, muchos de estos fármacos tienen efectos secundarios o tóxicos que dificultan su manejo. Por tanto, los pacientes infectados necesitan ser controlados periódicamente y, en ocasiones, es preciso cambiar la combinación de fármacos de un paciente, por otra que tolere mejor, incluso aunque sea menos eficaz.
El otro problema, quizás aún más importante, del tratamiento contra el sida es la resistencia del virus. El VIH es tremendamente inteligente y se adapta a velocidades increíbles al entorno, gracias a su capacidad para mutar. Cuando el virus se ve atacado bien por el medio ambiente -en este caso el organismo del propio enfermo dentro del cual vive- o bien por un fármaco, es capaz de modificar sus propiedades biológicas para luchar contra las agresiones. Y esto se produce a través de mutaciones, es decir, cambios en sus genes que le proporcionan nuevos rasgos o propiedades que le permiten sobrevivir a las agresiones. A efectos prácticos, es como si el virus fuese capaz de ir fabricando corazas y blindajes cada vez más eficaces contra los ataques del exterior.
Pues bien, en esto de mutar, el VIH es un auténtico fenómeno. Su capacidad de mutación es muy superior a la del virus de la gripe, por ejemplo, que cambia casi cada año y que obliga a preparar nuevas vacunas cada vez que llega una nueva temporada invernal.
Esta capacidad de mutación del VIH permite que el virus pueda volverse rápidamente resistente a los medicamentos que usamos para atacarle. Su gran velocidad de adaptación obliga a los médicos a combinar varios fármacos a la vez y a estar muy atentos a la respuesta al tratamiento.
En resumen, aunque el sida no puede por ahora curarse, sí existen tratamientos que controlan eficazmente la progresión de la enfermedad. Los problemas actuales de un paciente que recibe tratamiento son la necesidad de acudir a controles médicos periódicos, como muchos otros pacientes crónicos, así como el peligro de desarrollar efectos tóxicos provocados por los fármacos o resistencias del virus.
El sida no es ya una enfermedad mortal por definición y se está convirtiendo a gran velocidad en un trastorno crónico. Sólo el futuro, esperemos que cercano, revelará si existe posibilidad de curarlo o incluso de eliminar su transmisión por medio de vacunas.
¿Puedo no tratarme? En el presente
En los últimos años hemos asistido a una mejora espectacular del tratamiento del sida. Disponemos cada día de un número mayor de medicamentos eficaces, con lo que cada vez es más fácil conseguir que el virus no se haga resistente.
También son cada vez mejor tolerados, conocemos al detalle sus efectos tóxicos y la vigilancia para evitarlos es más detallada. Las formulaciones actuales permiten tomar la mayor parte de estos tratamientos en dos tomas, o incluso una sola vez al día, lo que realmente permite que los pacientes lleven una vida normal.
Los problemas
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Algunos medicamentos contra el sida consiguen salvarnos la vida pero nos crean problemas que, indudablemente, la condicionan.
Por ejemplo, muchos de estos fármacos producen subidas importantes del colesterol y los triglicéridos en la sangre. Aumentan claramente el riesgo de sufrir arterioesclerosis y otras enfermedades cardiovasculares como el infarto de miocardio o la trombosis cerebral. Ahora, cuando algunos pacientes con sida llevan hasta 10 años de tratamiento y están entrando en la cincuentena, nos es raro que sufran alguno de estos problemas cardiovasculares; y eso es sólo la punta del iceberg.
Los inhibidores de la proteasa, un grupo de medicamentos contra el sida espectacularmente eficaces, se asocian a problemas de distribución de la grasa corporal. Producen un trastorno conocido como lipodistrofia que elimina la grasa que poseemos normalmente en muchas partes del cuerpo. Los miembros se deforman y adquieren el aspecto de pertenecer a deportistas de elite, algo muy desagradable para muchas mujeres; también la cara se afila y pierde su aspecto natural.
Respecto a qué ocurre si no se sigue ningún tratamiento contra la enfermedad, la cosa está clara: el sida, aunque lentamente, mata irremediablemente al paciente en meses o años. La recomendación es por tanto obvia: hay que someterse a tratamiento aunque esto suponga el requerir controles médicos periódicos o la posibilidad de sufrir efectos tóxicos como consecuencia de los medicamentos.
¿Quién tiene riesgo de infectarse?
La respuesta a esta pregunta es muy fácil: todos. Tan sólo se trata de diferencias en las probabilidades de contraer esta terrible enfermedad. La transmisión del sida está generalmente asociada a una serie de comportamientos de riesgo que se pueden evitar o al menos reducir.
El sexo
Como el sida es una enfermedad de transmisión fundamentalmente sexual, muy parecida en este sentido a la sífilis o a la gonococia, cualquier individuo activo sexualmente tiene riesgo de contraer la enfermedad. Existen unas prácticas sexuales con mayor riesgo de producir la infección y aquí es donde en estos momentos se sitúan nuestras mayores posibilidades de evitar o prevenir el contagio.
Sin embargo, el contacto sexual que podemos considerar más frecuente, el heterosexual por vía vaginal, es perfectamente capaz de propagar el virus si uno de los participantes está infectado. En esta situación tiene estadísticamente más riesgo de contagiarse la mujer con un hombre infectado que el varón de una mujer enferma. Sólo el preservativo o condón es capaz de evitar eficazmente el contagio siempre que no se rompa durante la actividad sexual.
También a través del sexo oral es posible contraer la enfermedad. Recordemos que el virus está presente en el semen y secreciones vaginales de los pacientes y que la existencia de pequeñas erosiones en la boca o labios permitirían la entrada del virus al torrente sanguíneo del sujeto sano. La eliminación del virus por la saliva es más escasa y, por tanto, la posibilidad de transmisión a través del beso es prácticamente nula.
La penetración anal, tanto de hombre a hombre como de hombre a mujer, tiene más riesgos que la vaginal. La posibilidad de que se produzcan erosiones o pequeñas heridas en la piel o mucosas es mayor durante este tipo de penetraciones. También el preservativo evita este tipo de contagio, si bien es necesario recurrir a formatos más resistentes para evitar su rotura durante este tipo de actividad.
La sangre y el hogar
El contacto directo entre la sangre de un enfermo y una persona sana es otra vía de contagio. En el ambiente hospitalario esta posibilidad es prácticamente nula dados los estrictos controles existentes en la actualidad, la esterilización de todos los materiales y el análisis sistemático de todas las trasfusiones.
Sin embargo, en el entorno doméstico sí es necesario tomar una serie de precauciones. Un cepillo de dientes compartido o una cuchilla de afeitar reutilizada pueden ser portadores de restos de sangre del enfermo que entre en contacto con la nuestra mediante un corte al afeitarnos o una herida en las encías.
A pesar del miedo razonable ante la posibilidad de contagio, hay que huir de comportamientos obsesivos. El contagio es difícil si tomamos precauciones razonables como no embarcarnos en relaciones sexuales esporádicas sin utilizar preservativo y mantener unas normas básicas de utensilios no compartidos en el hogar. Todas estas pautas de prevención serán desarrolladas con más detalles en próximos especiales.
Consejos
Nuestra primera recomendación es que antes de dar a conocer su problema dedique un tiempo de reflexión a decidir a quién hace partícipe de su situación.
Elija personas que le sean necesarias en el manejo de su nueva situación personal y descarte aquellos que no se van a ver afectados por su condición de enfermo o que no vayan a implicarse directamente en ayudarle a enfrentarse a esta nueva circunstancia.
La condición de infectado debe modificar nuestras prácticas sexuales que han de realizarse con preservativo y el resto de precauciones necesarias incluso cuando nuestra pareja sexual esté también infectada. El virus que cada paciente transporta en la sangre no es idéntico al de cualquier otro sujeto infectado: tiene un comportamiento diferente ante los medicamentos con resistencias también distintas. Por tanto, la entrada de un nuevo VIH en un sujeto ya infectado puede empeorar claramente su situación.
Ddebe ser responsable a la hora de mantener relaciones sexuales y justo con su o sus parejas sexuales anteriores dándoles la oportunidad de acceder a tiempo a un análisis que les confirme o descarte su seropositividad para poder beneficiarse del tratamiento precoz de esta enfermedad.
Hay muchos grupos y asociaciones de pacientes que indudablemente podrán ayudarle en este duro trance. No dude en preguntarle a su médico o responsable sanitario por la forma de contactar con las mejores o las más accesibles para usted: pueden serle de mucha ayuda.