Hoy os traigo otro libro que me resultó muy curioso e interesante, si veo que os interesa os copiaré algún otro fragmento.
MooDs.
“Tras varios años, sigo a solas con mi ordenador, chatean- do. Tengo varias razones que justi- fican mi adicción. Varias razones y varias personas, aunque primero aparecen las perso- nas y luego las razones. En un artículo sobre chats que he leído se maneja el término fidelidad, algo a cuya reflexión he dedicado algunos ratos de mi vida. No sé exactamente en qué consiste la fidelidad, pero cuando la gente habla de ella invoca un instinto de posesión que es nocivo en sí mismo. La fidelidad existe en las relaciones reales y en las virtuales. No sólo el concepto, también el sentimiento que avala ese con- cepto. El mundo de los chateadores está lleno de complejidades y enredos. Cuanto más hurgas, más te sorprendes. Una especie de instinto selectivo te lleva a comunicarte siempre con las mismas personas, que al cabo de los días pueden quedar reducidas a una sola. Es la obsesión del emparejamiento. La gente cons- truye dependencias con su compañero de chat y espera fidelidad a cambio. La fidelidad es, pues, algo excluyente, derivado del sentido de la propiedad: si estás conmigo, no estás con nadie. Yo también he reconocido ese instinto y pocas veces he impuesto la razón para combatirlo. ¿Cómo puedo esperar fidelidad en un chat, que es el ecosistema de los infieles? A fuerza de entrar en los chats he ido conociendo sus secretos, sus pequeñas miserias, los sutiles vericuetos de la mentira y, sobre todo, el placer de la noctur- nidad silenciosa, cuando todos duermen y la pantalla del ordenador es como un flexo que ilumina las confesiones. El chat me alarga la noche y las ganas de seguir chateando.”
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