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lunes, 12 de septiembre de 2011
Renio nos invita a compartir un poco de su corazón.
Te dejo con tu vida, tu trabajo, tu gente, con tus puestas de sol y tus amaneceres, sembrando tu confianza, te dejo junto al mundo, derrotando imposibles, segura sin seguro. Te dejo junto al mar descifrándote sola, sin mi pregunta a ciegas, sin mi respuesta rota. Te dejo sin mis dudas, pobres y malheridas, sin mis inmadureces, sin mi veteranía. Pero tampoco creas a pies juntillas todo, no creas, nunca creas ese falso abandono. Estaré donde menos lo esperes, por ejemplo, en un árbol añoso de oscuros cabeceos, estaré en un lejano horizonte sin horas en la huella del tacto, en tu sombra y mi sombra, estaré repartido entre cuatro o cinco pibes, de esos que vos mirás y enseguida te siguen y ojalá pueda estar en tu sueño, en la red, esperando tu ojos y mirándote.
Mario Benedetti
Renio :
Nos invita a compartir con él, sus pensamientos y su sensibilidad en estos textos que vienen a continuación. Nos llena de reflexiones sobre las cosas que son parte de nuestras vidas, sin ni siquiera darnos cuenta de que están ahí, cada instante y en cada respiración... Leedlos con cariño y dejaros llevar por sus palabras...
Tan adormecido y ausente has permanecido durante estos años, que ahora me parece todo nuevo, como si fuera la primera vez que anidas en mí y resulta que ya fuiste mi huésped.
Hace mucho tiempo, si, pero te conozco más de lo que tú te crees, no pienses ni por un momento que no entiendo tus caprichosas formas de mostrarte a mí, eres capaz de lanzarme al vacío y de repente ¡¡zass!! regalarme tus alas, eres impertinente a la hora de recordarme distancias y a la vez, muy sagaz en recorrerlas y acortarlas hasta la mismísima fusión de los labios, eres un mago a la hora de romper ritmos habituales y que nada nuevo aportan, eres capaz de desnudarme y mostrarme tal y como soy a la luna que quiero aprender y abrazar, incluso te diría que eres un poco cabrón, porque en ocasiones anudas mi garganta o amodorras mi alegría, pero nada de eso hará cambiar mi forma de pensar sobre ti, no, te aseguro que cada vez que aprietas mi herida de fin de semana, a la vez, me estás dando nuevas y renovadas fuerzas para seguir pendiente de la luna, de saborear mis momentos de entre semana.
No sé si seré mas valiente o pertinaz que tú, pero resulta que tengo años y estos me han enseñado, que la luna, aunque no se vea, sale cada día y que después de un fin de semana, llega el lunes de pasión, pasión de amor, claro y a eso me remito conjurando mis cinco sentidos o quizás seis, siete o muchos más.
Perdóname si te he faltado al respeto mi querido huésped, no es mi intención, pero es viernes y ando jodido. Quédate conmigo, mi querido amigo, aunque solo sea hasta el lunes de pasión, pasión de amor, claro, pero si no te agobia demasiado mi petición, quédate conmigo hasta que la luna diga, basta.
El tiempo es el mismo, acá que allá, de noche y de día, con prisa y con pausa, contabiliza lo mismo, pero no es lo mismo, no, sus caprichosas formas varían según la circunstancia, por supuesto que no es lo mismo ¿acaso dura lo mismo una hora de soledad o una hora de amor? No, claro que no.
Yo que he vividos muchas horas diferentes le puedo discutir al señor tiempo, le puedo demostrar que no es lo mismo, no.
Que sí, que le digo a usted señor tiempo, que no es lo mismo ¿acaso me puede usted demostrar por qué dura tanto la hora de desesperación y por lo contrario, la hora de amor es como un soplo, que pasa visto y no visto? Es como comparar a las malas hierbas con las flores, no es lo mismo, no, aunque todo nazca de la tierra.
Mire usted señor tiempo, no me compare las malas horas con las que corren por mis venas, con el fluido de la más pura esencia del amor, no es lo mismo, no, que se lo digo yo señor tiempo.
Ajuste bien sus medidas señor tiempo, no me sea insensato y no me quite en un pis pas la miel de sus labios, que no es lo mismo, que no, que no.
Ya no me basta con mirar la luna a través de mis ventanas, aunque me sonría, aunque me dedique su mirada tierna y me diga hasta mañana.
Ya no me basta con mirarla y adivinarla desnuda y apasionada, arañando el mar con sus reflejos de luz plateada.
No, no me basta y no me basta porque anoche, me guiñó un ojo y me dio de beber de la inevitable fuente del amor que de sus pechos manaba.
No cabe en mi la desesperanza, la quiero luna llena y llena de amor, la quiero arañando mi mar, para que mi olas batan su playa.
Quiero que rija mis mareas moviendo a su antojo los vientos de norte a sur y de este a oeste, que de vida a mis velas y me acompañe hasta infinitas mañanas.
Que ordene mi puerto vació y sin faro, que me ofrezca su alcancía carmesí para saborear el inevitable el ¿por qué? de este amor de mañana.
Porque la quiero, luna llena, esperanzada, segura y enamorada, porque ya no puede estar su luz sin mi mar y mi mar sin su playa.
Porque mañana es mañana, pero hoy la sigo esperando con los ojos esperanzados y los labios sedientos, aunque solo sea para decirme, hasta mañana.
Hay varias fases de la luna, mi luna está llena y yo la quiero luna llena de mí.
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