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martes, 29 de marzo de 2011

Renio (las calores de marzo)

Qué malas son las primeras calores de la primavera, uno se levanta y se asoma a la terraza, olisquea el ambiente y pone en marcha el termómetro corporal y de repente suelta un ¡¡¡coño, qué rasca hace!!! Y claro, después de ducharse y desayunar se pone ropa de entre tiempo que dicho sea de paso, los fabricantes no se a qué le llaman ropa de entre tiempo, vamos, digo yo, porque o hace frío o hace calor. A lo que íbamos; al transcurrir el día, uno empieza a sentir los rigores del sol de marzo que se pega como un pelmazo y empieza a sobrarle la ropa, acabas en mangas de camisa, por supuesto, arremangada y con la jodida chaqueta de entre tiempo tirada en el asiento del coche. Estas fechas primaverales son tremendamente peligrosas, pueden provocar daños colaterales de mucha importancia, por ejemplo: en la dermis o piel, en los lagrimales de los ojos, claro ¿de donde van a ser si no que de los ojos? E incluso en las relaciones afectivas de pareja. Para demostrar esta tesis recurriré al ejemplo, relatando y exponiendo un caso rigurosamente cierto. Juanico, es un afanado trabajador de la construcción, el hombre mantiene su puesto de trabajo por su innegable compromiso y por su tesón, todo un ejemplo a seguir. Como cada día, el hombre se ha levantado muy de madrugada y ha salido en dirección a la obra, lleva ropa de abrigo, a esas horas inhumanas del día hace frío. A medida de que va transcurriendo la jornada laboral y el sol va dejando su implacable losa de calor sobre el cuerpo de Juanico, se va produciendo un efecto físico-químico y el pobre, empieza a jurar en arameo, porque por la espalda y sobacos empieza a asomar la deshidratación en forma de sudor, pero como es todo voluntad sigue en el tajo sin apenas inmutarse. Al medio día hace un paro para nutrirse con la comida que su querida esposa le ha preparado, unos filetes empanados y requemados y un tomate aliñado, todo ello mezclado adquiere un aspecto de.... mejunje infame, pero como el estómago es ciego, “to palante” Sentado en unos bloques de hormigón da buena cuenta de la comida advirtiendo que entre sus glúteos se ha encendido un volcán, el pobre obrero se ha escocido de tanto sudor y claro, como buen machote, jamás de los jamases se ha depilado el culo. A medida que va pasando la tarde el escozor va en aumento hasta hacerse casi insoportable. Nuestro héroe tiene la mente fija en la hora de la reconfortante ducha en la paz de su hogar, a buen seguro que Angustias (su señora) tendrá una crema para estas ocasiones. Angustias es una mujer que sufre abstemia, pero no primaveral, más bien es abstemia anual, para entendernos, siempre está cansada. Los médicos le han hecho multitud de análisis hasta que al final han determinado que a la chocho gordo de Angustias, lo que le sucede es que es más vaga que la chaqueta de un guarda. Juanico llega a casa y se producen los hechos que seguidamente os relato, manteniendo con escrupuloso rigor la conversación entre ambos consortes. _Hola Angus, vengo rendido y espatarrao, se me ha escocido el culo del sudor, me ducho y me pongo alguna crema para las escoceduras ¿hay en casa crema para tales menesteres? _Hola Juanico, anda y no te quejes que yo estoy peor, en el armario de la ducha hay crema hidratante que te irá bien, es un tubo de color azul y blanco, ya la verás. El pobre hombre se encamina derechito a la ducha refunfuñando en su interior –qué papo tiene la tía, no se levantará, no, con tal de que no se pierda ese programita de sálvame es capaz de todo. _Vale, luego cenaré ¿qué hay para cenar? _Pues que va a haber, filetes empanados y tomatico con aceite que es muy sano. _Joder Angus, ni que hicieras filetes empanados en serie. _Escucha guapito de cara, que no te has casado con Arguiñano. Una vez duchado y secado, Juanico escudriña el armario para encontrar la crema salvadora y trinca una que responde a las señas dadas por su esposa. Evidentemente se equivoca de crema y la que se acaba de poner sin saberlo es una crema para las grietas de los talones. Nuestro héroe empieza a notar algo raro en su culo, se le hacen pijines y parece que se está despellejando por momentos. _Ay de mi Angus, que creo que soy alérgico a esa crema del diablo, por Dios bendito que dolor de culo, que mal me encuentro. _Será posible con el hombre este, que nada más que llega revoluciona todo, me estás estresando ¿qué crema te habrás puesto desgraciado? Como podréis comprobar, los danos colaterales son más que reales, el culo de Juanico como un Cristo, sus lagrimales hechos puré de los lagrimones que soltaba de tanto dolor y el cabreo que se han pillado marido y mujer ha hecho que se deteriore la relación y el buen entendimiento. Espero no haber sido un coñazo. Saludos, Renio.

1 comentario:

  1. ajjajaajaj bonito relato primaveral...leñe con la Angustias y sus recetasssss, jajaajjaaj

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